domingo, abril 22, 2012


Obsesión por la ciencia

Entrevista con Pere Estupinyá*

Por Ariel Ruiz Mondragón



Una de las tareas de los medios de comunicación en el mundo actual debería ser el combate a las supercherías y a las charlatanerías que tienen poco o ningún sustento en la realidad, y que buscan explotar (económicamente, muchas veces) la ignorancia de los ciudadanos sobre diversos temas que pueden ir desde la medicina hasta el funcionamiento de la sociedad. De esa forma se han abierto paso doctrinas seudocientíficas y religiosas que han hecho del prejuicio su principal arma.

Para lograr dar con eficiencia esa batalla se requiere de un periodismo de la ciencia que sea crítico e interesante, que sea también muy analítico, riguroso y exigente con la propia ciencia. Pese a notables y crecientes esfuerzos en esta materia, todavía existe en Hispanoamérica un importante rezago respecto al trabajo del periodismo y la divulgación de la ciencia.

Uno de los más notables periodistas de la ciencia lo es Pere Estupinyá, quien recientemente publicó su libro El ladrón de cerebros. Compartiendo el conocimiento científico de las mentes más brillantes (Madrid, Debate, 2010), en el que relata su trabajo como becario de periodismo científico del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT, por sus siglas en inglés) y de la Universidad de Harvard. En el volumen mencionado aborda de manera entretenida los principales desarrollos de la ciencia en temas que van desde la neurociencia y la microbiología hasta el estudio del Universo.

Sobre algunos de los asunto planteados en el libro charlamos con el autor, quien es bioquímico y periodista de la ciencia; ha colaborado en publicaciones como El País, Público, El Mundo, La Vanguardia y Muy Interesante, entre otras. También ha sido profesor en la Universidad Ramon Llull, y en 2007 se ganó la beca Knight de periodismo científico. Actualmente trabaja en los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos y es consultor en la Organización de Estados Americanos y en el Banco Interamericano de Desarrollo.


Ariel Ruiz (AR): ¿Por qué publicar un libro como el tuyo, sobre todo tomando en cuenta la rapidez del avance científico y del desarrollo tecnológico?

Pere Estupinyá (PE): La motivación en este trabajo es, de alguna forma, más personal. Yo siempre digo que estoy en el campo de la divulgación científica no de manera altruista, no porque quiera educar a alguien, ni porque quiera crear vocaciones (lo cual está muy bien hacer), sino que es algo que me sale de dentro, al igual que a un fanático de las artes, de los toros, del futbol o del cine. Estoy obsesionado con la ciencia porque me gusta, y además digo que escribo sobre ella como excusa para poder aprenderla.

Entonces, el por qué un libro sale de una manera natural se debe al momento en que escribes blogs, artículos y colaboras en un programa de televisión, por ejemplo. De alguna forma tienes todo ese conocimiento, y quieres pausarlo, escribirlo y publicarlo con tu propia voz.

Un libro es algo muy personal; la motivación de escribir un libro es, en concreto, algo muy personal y muy creativo.

El hecho de escribir sobre avances científicos que son caducos es delicado. Yo escribo, por ejemplo, sobre la búsqueda de exoplanetas; el capítulo sobre este tema ya está un poco desfasado. Pero como yo sabía que se iba a desfasar, lo que explico sobre exoplanetas (que es muy interesante) es cómo son detectados, no qué es lo que se ha encontrado; si explico esto último, en dos años estará caducado.

En temas de genética pasa lo mismo, ya que está avanzando muchísimo. Pero de alguna forma yo siento un poco la base, y como también he estado en contacto con algunos científicos de primer nivel al respecto, pues les pregunto hacia dónde va la ciencia. Entonces, en este sentido creo que está bastante bien logrado.


AR: En el libro relatas tu experiencia como becario en el Massachussets Institute of Technology (MIT). ¿Antes qué hacías en el campo de la divulgación científica? ¿Cómo te cambió tu experiencia en el MIT?

PE: De formación soy bioquímico, y de allí nace mi interés amplio por muchos temas. Estuve cuatro años trabajando en el programa de Redes, de Televisión Española, dirigido por Eduard Puncet, que es el programa semanal estrella de divulgación científica de España. Allí estuve primero como guionista y luego durante dos años como editor.

También escribí en algunos medios, como en la revista Historia y vida, en La Vanguardia, en Magazine, y además he hecho programas de radio. Tenía un perfil muy amplio en lo que es comunicación de la ciencia y daba charlas, y por eso me dieron la oportunidad de conseguir la beca en el MIT.

Respecto al cambio, me hizo más periodístico. Hay una parte en el libro, sobre la que no me soléis preguntar nunca, que es la parte crítica con la ciencia…


AR: Más adelante vamos sobre ello.

PE: Perfecto. Cuando hacemos divulgación tendemos a hablar muy bien de la ciencia; entonces, en el MIT me explicaron que la ciencia sí es muy apasionante, pero que también es una actividad humana que tiene sus problemas y sus engaños, y como periodista tienes que no creerte todo lo que te dicen los científicos.

Entonces, yo creo que me dio esta visión más periodística de los mundos de la comunicación científica.

AR: En esta labor de Prometeo posmoderno de hacer el saqueo del fuego de la sabiduría de los científicos del MIT, ¿cuáles son los principales problemas que has enfrentado para hacer estos textos, cuyo origen pueden ser trabajos de gran densidad teórica y una gran especialización y que has tenido que traducir para el gran público?

PE: Yo creo que el principal problema es pensar que no va a interesar a la gente. Por ejemplo, la química a mí me gusta en algunos aspectos, pero sé que no le interesa a la gente; entonces, cuando tú tienes una historia que te interesa, pero crees que no va a interesar al otro, te pone en el dilema más grande. Además, hay temas que son apasionantes pero complicados, y tienes que hacer el esfuerzo de entenderlos bien para divulgarlos; como decía Einstein, no entiendes algo si no puedes explicárselo a tu abuela.

Pero yo creo que el principal dilema es el que señalo, y lo que tienes es que al final eres muy duro y decides que no lo pones, a no ser que lo consideres muy importante; por ejemplo, el cambio climático: yo no sé si a la gente le interese o no, pero sé que es relevante y por eso lo pongo.

LA CIENCIA ES LO MÁS FIABLE

AR: Para pasar a la parte crítica, ¿qué tanto debemos creerle hoy a los científicos y cómo protegernos de lo que difunden? En el libro haces referencia a investigaciones mal hechas, con métodos poco rigurosos que establecen la causa-consecuencia de manera muy simple; incluso hay críticas a las revistas Science y Nature, las que dan preferencia a textos muy espectaculares.

PE: Creo que éste es justamente el rol del periodista de ciencia que el divulgador no cumple: éste explica y se apasiona, y el periodista es el que tiene que cuestionar (por ejemplo, en Estados Unidos está muy avanzado el periodismo científico crítico). Te voy a poner un ejemplo concreto: cuando los científicos quieren ir a Marte “porque es el futuro de la humanidad” y no se qué, todos los divulgadores dicen: “Sí, tenemos que ir a Marte”. Pero hay que preguntar: “¿Por qué? ¿Por qué de aquí viene tu trabajo? ¿Cuánto cuesta?”. Los científicos también tienen que publicitar sus investigaciones, pero yo quiero escuchar también a los sociólogos de la ciencia, que son críticos y dicen: “Realmente ¿por qué queremos ir a Marte?”.

Esto es un ejemplo claro de que he cambiado mi forma de pensar: yo antes era muy proviaje espacial, y ahora lo soy menos.

Pero, comparada con otras profesiones, la ciencia es lo más fiable que existe; de un político no te puedes fiar de nada (risas).

Lo que pasa es que los comunicadores debemos tener la capacidad de identificar al científico que está diciendo tonterías o que está intentando ser espectacular. Stephen Hawking, por ejemplo, el último libro que ha sacado vende mucho porque a la gente le gusta, pero no se sostiene científicamente. Entonces, tenemos que ser críticos con esto.

También ocurre que vas a una universidad y el científico te dice: “Estoy haciendo un biocombustible y necesito más recursos”, y hay que decirle: “Esto que estás haciendo, lo siento, no es interesante o no va a ser útil”.

Entonces, yo creo que es importante que la función de crítica exista en la ciencia.


AR: Hablando también sobre investigación y cómo se hace, en el libro hay una parte interesante sobre el cerebro. En un artículo dices que el cerebro es arrogante y mentiroso, que odia la incertidumbre, que quiere vernos felices y por ello no nos retrata bien la realidad. ¿Cómo es posible hacer ciencia con este tipo de cerebro?

PE: Bueno, está es la gracia de la ciencia y la experimentación, a diferencia de otras formas de conocimiento: aquellas te permiten intentar aislarte de las conclusiones. Puedes creer algo, tener una hipótesis y tu cerebro te puede estar engañando; pero cuando pones tu hipótesis a prueba experimentalmente, al final la naturaleza te dice “esto es así”, y dices: “Yo pensaba que hubiera sido de esta otra manera”.

De alguna manera, la gran ventaja de la ciencia, desde un punto de vista filosófico, es que te aparta mucho, aunque no completamente, de la subjetividad; permite la supuesta objetividad de hacer un experimento.

Entonces, esa es la grandeza de la ciencia: que no depende de lo que nosotros creamos sino de lo que digan los experimentos.
 

AR: Haces una crítica importante a aquellos investigadores que establecen de forma muy simple relaciones de causa-efecto entre diversos hechos, lo que, en el mejor de los casos, podría pasar como hipótesis. Pero también existen los que llamas “estudios analíticos”. ¿Cuáles son las diferencias entre estos dos tipos de investigación?

PE: Hay muchos niveles de estudios para ver si una causa y un efecto están relacionados o no. La primera fase es más aristotélica, de alguna forma: es más de observar la naturaleza y de tener una visión naturalista del mundo, y de decir: “He observado que la gente que toma vino vive más tiempo” o “los que fuman tienen cáncer” (por decir un par de ejemplos. “Esto yo no lo he puesto a prueba, pero observando creo que es así”. Esto, sin recurrir a cosas sobrenaturales, es una aproximación científica; pero lo que debemos entender es que es una hipótesis, no una certeza. Pero luego los estudios analíticos posteriores son los que dicen: “Ahora pongo a prueba esta hipótesis, no la doy sólo como válida”.

A veces hay una cuestión de recursos económicos, por la que no puedes hacer este tipo de estudios y te quedas sólo con la visión naturalista del mundo, que está muy bien; pero cuando puedes hacer estudios rigurosos para poner a prueba la asociación, si resulta cierta se va a ver en los datos experimentales. Esa es la gran diferencia entre lo que es una filosofía naturalista y lo que es ciencia.



MAXIMIZAR EL BENEFICIO PARA LA POBLACIÓN

AR: La investigación científica tiene influencias y problemas de carácter externo. ¿Cómo influyen en la investigación científica cuestiones como la ideología (como el nacionalismo) y los prejuicios (por ejemplo, el machismo)?

PE: Al nivel científico, individual, de quien está en el laboratorio, quizás poco; lo anterior, en el sentido de que el científico continúa, en general, siendo bastante puro. Lo que pasa es que alguien le da dinero para investigar unas cosas u otras; por ejemplo, el investigador quiere investigar las células madre en Estados Unidos, pero cuando estaba George W. Bush como presidente, se le decía: “No, tú no puedes trabajar con células madre embrionarias”. ¿Por qué? Hay toda una ideología detrás. Entonces, yo creo que eso está a un nivel más bien de decisiones políticas.

Es verdad que históricamente (por ejemplo, cuando se estudió la evolución) ha habido una derecha que ha fomentado la idea más darwinista de que “no todos somos iguales”, de que hay unos que sobresalen y otros no, y de que la selección natural tiene que dejar sólo a los líderes y a los ganadores. También hubo eugenesia, por la cual se llegó a esterilizar personas con la excusa de mejorar la raza.

Entonces, en el pasado ha habido y continúa habiendo muchas fuerzas sociales que afectan a la investigación científica, hacia dónde va y cómo se interpretan sus resultados.

Yo creo que estas fuerzas son de muchísimos orígenes, y por eso es bueno que haya sociólogos de la ciencia que las analicen no desde una perspectiva de laboratorio sino desde más bien social. Es verdad que el científico, cuando le preguntas, dice: “No, porque yo investigo soy objetivo”; “Vale, pero estás influenciado por un montón de fuerzas; incluso tienes que publicar, porque si no publicas no te dan más dinero”. Y ocurre que, a veces, dicen: “¡Ay!, estos resultados no me encajan del todo, pues modifico un poquito”.

AR: Hay una cosa muy interesante, muy contrastante, cuando hablas del premio Nobel que se les dio a algunos investigadores por un trabajo sobre algas, pero que el iniciador de esa investigación para entonces era taxista debido a la falta de oportunidades. También pones el ejemplo de las grandes patentes farmacéuticas. ¿Qué tanto influyen en la labor científica las fuerzas del mercado? Por una parte, el problema de las patentes farmacéuticas tiende a multiplicar las desigualdades; pero, por otra parte, no hay dinero para muchos tipos investigación.

PE: Es delicado, porque se necesita de la iniciativa privada para avanzar. Uno de los ejemplos más claros es la carrera por el genoma humano: estaban los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos haciendo investigación con fondos públicos, pero apareció Craig Venter y dijo: “Yo lo voy a hacer con mi empresa privada, y esto va a ser propiedad intelectual mía. Y como yo soy más eficiente como empresa privada que lo que tiene la parte pública, que es lenta, lo voy a conseguir antes”.

Eso fue muy significativo, porque hubiera sido muy delicado que la secuencia del genoma humano fuera algo patentado. Pero al final hubo un acuerdo con Venter y Francis Collins para que todo fuera totalmente público. Fue una buena decisión en su momento; pero, por ejemplo, ahora te dicen que la identificación de genes asociados a enfermedades la parte privada la está haciendo más rápido. Está avanzando tanto la ciencia que desde la parte pública lo puedes hacer también, y es mejor que esto sea de alcance público.

Aquí hay un asunto muy delicado porque mira los temas de fármacos para enfermedades olvidadas, cuando viene una empresa privada y dice: “A mí no me interesa el chagas porque no me van a dar dinero. Me interesan más los catarros”.

Entonces, es un asunto que se debe balancear mucho porque, por otra parte, es imprescindible que haya la parte privada. Pero hay que ver cómo ajustarlo para maximizar el beneficio para la población.


AR: Otro tema es el de los principales desafíos que hoy se presentan desde la sociedad civil hacia la ciencia. En el libro están mencionados los casos de los protectores de animales, de los negacionistas del cambio climático, de los seguidores del creacionismo en Estados Unidos e incluso está esta suerte de religión que se hace llamar Cienciología.

PE: En estos momentos el más fuerte es el negacionismo del cambio climático. Esto es muy perjudicial porque lo que está haciendo es paralizar la toma de decisiones. Hay gente que dice: “No estamos del todo seguros al respecto”. Y dices: “No estamos del todo seguros, pero hay muchas posibilidades de que sea así. Nadie va a estar al 100 por ciento seguro”. Si un médico te dice: “Veo unas células cancerígenas aquí; no es seguro que se vayan a hacer tumorales del todo, ¿pero quieres que te dé algo?”. ¡Pues sí, dámelo! Si te pones un preservativo no es porque seguro vas a dejar embarazada a una chica, sino más bien por si acaso.

Existe un negacionismo sofisticado, pero hay otro en el que hay intereses de la industria, que dice: “Nosotros queremos continuar quemando petróleo y carbón; negamos el cambio climático”. Esto es muy peligroso.

Lo del creacionismo en Estados Unidos es una lacra, es tan infumable y tan idiota. De alguna forma, lo que ocurre es que hay gente que se siente amenazada por el conocimiento científico porque ya tienen unas creencias y la ciencia pone en duda esas creencias. En este sentido ejercen su fuerza.

Respecto a los defensores de los derechos de los animales, no creo que sea tan malo y no son el problema principal. También hay más grupos ambientalistas clásicos que defienden un statu quo que no es realista, como el de decir: “No, todo natural; nada de transgénicos”. Que no sean tan drásticos, la ideología es mala; que la dejen de lado y sean un poco más pragmáticos.

Hay aspectos de la tecnología que son muy buenos. Está bien tenerle un poco de miedo y un poco de respeto, pero haz un análisis objetivo, no parcial en función de tu ideología.


AR: Pero ha habido agresiones contra científicos, lo cual ya es desmedido.

PE: Bueno, hubo un grupo de defensores de los animales que llegó a amenazar y a agredir en sus casas a neurocientíficos que experimentaban con primates.


AR: Hablando de este contrapunto, también me interesa saber tu opinión de cómo puede
defenderse la ciencia en los medios de comunicación. Dices que “esforzarse en negar una mentira puede llegar a ser contraproducente”. También anotas que en tu blog evitas ponerle atención a los mitos y las mentiras, y que las argucias que un creacionista pueda decir en cinco o 10 minutos un científico no las respondería en una hora.

PE: Yo, por ejemplo, pongo el caso del creacionismo en España, que es minoritario. Habrá algunos de sus seguidores, pero no tienen difusión; ellos querrían establecer un debate con evolucionistas en los medios, porque ellos saben que eso les va a dar publicidad. Aunque salga un evolucionista a decirles sus ideas son mentira, que están locos, que es religión, a ellos les da igual, porque saben que lo que van a hacer es aumentar su cuota de seguidores.

Entonces, yo creo que los medios no deben dar lugar a estos debates. Lo mismo pasa con el negacionismo y el cambio climático: tienes que estar sólo con la ciencia, pero no desde un punto de vista ideológico sino con los datos.

Respecto al negacionismo, la ciencia te dice que el cambio climático es real y que es causado por los humanos; entonces, si tú escribes de ciencia, hazlo sobre esto y no intentes hacer un debate o contrastar posturas. Una cosa es la política, donde tú contrastas la opinión de uno y la del otro, pero yo creo que en periodismo científico la opinión cuenta menos. Creo que esto sería el mensaje: en periodismo científico los datos son más importantes que la opinión.

Lo que hace el periodismo convencional al decir: “Voy a tratar la homeopatía, y voy a escuchar a un defensor y a un crítico de ella”, es lo que no tenemos que hacer. Lo que tenemos que hacer es investigar y responder: ¿qué hay de científico sobre la homeopatía?, ¿qué se ha publicado acerca de ella en las revistas de referencia?, ¿qué estudio ha observado los efectos de la homeopatía y ha dicho: “Esto funciona y esto no”? Sobre cambio climático: ¿qué dice la ciencia? No qué dice un científico y no qué dice un negacionista, sino qué dice la ciencia.

Hay que incrementar, por una parte, la cobertura de ciencia, porque a la gente le está interesando; yo estoy viendo en los medios y a la gente cómo les está gustando este libro. Ahora vengo de un programa de televisión, y me han agregado ya 100 o 200 personas en Twitter porque he estado hablando de ciencia. Fantástico.

Entonces, hay que aumentar la cobertura de ciencia y centrarse en lo que son los datos científicos y no tanto en las opiniones de “expertos” (que es un término que a mí no me gusta nada).

AR: ¿Cómo los conocimientos científicos y su divulgación son utilizados por, por ejemplo, la industria cosmética para su publicidad? Tú pones el caso de que hay un espray con oxitocina, y otro más increíble que es el de la crema de rejuvenecimiento basada en células madre. ¿Esto se tiene que reglamentar?

PE: Yo creo que la industria cosmética los utiliza como marketing


AR: Incluso por allí hablas de “neuromarketing”…

PE: Sí, aunque es un poco diferente. Pero yo creo que la industria lo utiliza como marketing, y eso lo ha hecho con publicidad constantemente, por ejemplo cuando pone “crema con coenzima QS”, y dices: “Guau, esto suena científico”: o dice: “Crema a base de células madre”, lo que es falso.

Pero eso no es lo que más me preocupa, aunque sí se tendría que regular. De los productos que a mí más me preocupan son las pulseritas con las que te dicen que vas a tener más energía, y que son un engaño descarado.

Por supuesto, el espray de oxitocina también es un fraude. También, por ejemplo, hay clínicas en Estados Unidos en las que hacen tratamientos con células madre, los que no están probados de ninguna manera, y eso también es fraudulento; yo lo constaté con investigadores de células madres, quienes me han dicho: “No hay manera de hacer eso”.

Pero aquella publicidad está escrita por abogados, de una manera que ellos saben que no los pueden denunciar porque no te están engañando; pero si lo miras rápido, cuando, por decir algo, te dicen que te pueden curar el sida con células madre, dices: “Esto es falso”. Pero si tú lees toda la letra, ellos se cubren las espaldas. Esto sí que es algo delicado.



CIENCIA Y FIN DE LA POBREZA

AR: Otro tema que atraviesa todo el libro es el de los problemas éticos, que van desde la investigación, el uso de animales para la experimentación, hasta la manipulación genética. Llegas a decir: “Aunque la evolución, la genética y la neurociencia lleguen a explicar cómo somos, no podrán por sí solas crear una filosofía y una ética”. De lo que has observado, ¿cuáles son los principales desafío éticos de la humanidad ante los avances científicos?

PE: Uno es, sin duda, la propiedad intelectual y el conocimiento en manos privadas, sobre todo en temas de genética, que es lo que hemos hablado. Yo creo que este es uno de los dilemas éticos más importantes.

Todo el asunto de la manipulación genética, la clonación y la selección de embriones también es un gran tema, no por lo que se puede hacer ahora, sino por lo que se podrá hacer en un futuro. Yo creo que en las posibilidades de manipular genéticamente los óvulos fecundados no debemos tener mucho miedo, pero sí hay temas de bioética en lo que es la modificación genética importante.

Otro gran tema a nivel humano es la relación con la naturaleza, en el que englobas cambio climático, pobreza y protección de la biodiversidad.

La cuestión de las enfermedades olvidadas y de cómo la industria farmacéutica prioriza sus investigaciones también es un tema; pero esto ya no es tanto ciencia y sí más economía.

Si me pides tres temas, yo te diría los anteriores; pero también están, claro, los de experimentación animal, del machismo y la propia ética respecto a los engaños científicos. Está el caso del famoso psicólogo holandés Diederik Stapel, de quien se ha descubierto recientemente que se lo ha inventado todo en sus “investigaciones” desde hace no sé cuántos años. Entonces, la propia ética de las publicaciones científicas y el quehacer de los científicos, aunque es algo más interno, debería preocuparnos.

AR: Otro asunto muy interesante y que creo que es uno de los capítulos más inquietantes, es el de la neurociencia y la microbiología. ¿Qué efectos puede tener la neurociencia, la microbiología sobre el Derecho? Pienso, por ejemplo, sobre lo que escribes sobre el libre albedrío, de capacidad de decisión.

PE: Un caso concreto es el de los sicópatas. Escribí sobre un abogado que defendía a un asesino afirmando: “No es libre, él no lo ha hecho voluntariamente. Es un sicópata; entonces, no es culpable porque tiene una enfermedad cerebral que le ha hecho actuar de esa forma”. Además, llevó a un neurocientífico a declarar y a decir: “Es verdad que esta persona tiene limitada su capacidad de sentir empatía por los demás. Entonces, no es tan libre”. Esto lo utilizaba el abogado en el juicio como defensa; entonces, aspectos como este pueden llegar a afectar los temas de responsabilidad.

Pero yo creo que la neurociencia no está tan desarrollada todavía como para garantizar lo anterior. También se ha hablado, por ejemplo, de detectores de mentiras, pero que no están suficientemente desarrollados.

Pienso que este ejemplo de los psicópatas es muy claro de cómo los desarrollos de la neurociencia pueden afectar al Derecho.

AR: ¿Cuáles son los campos que te parecen más promisorios para el desarrollo científico?

PE: Considero que la biomedicina, la biología molecular y la genética. Hay una cosa que digo en el libro: dentro de 20 años va a haber un montón de personas viviendo más de 100 años. La ciencia, la medicina está aumentando nuestra esperanza de vida y está haciendo que envejezcamos de mucho mejor manera. Yo creo que es muy promisorio.

Todo lo que se está trabajando en temas de energías alternativas, como la solar y los biocombustibles, va a funcionar en el futuro. No sabemos qué tan rápido; la gente dice “la solar nunca”. Pero no, la solar va a ser eficiente, se va a encontrar la manera. Creo que las energías alternativas se van a imponer en un espacio de tiempo.

Los otros aspectos de neurociencia y cosmología no sé si vayan a tener tanto impacto, aunque a nivel intelectual y filosófico, sí. Dentro de equis años se va a descubrir un planeta exosolar con vida, y esto va a tener un impacto filosófico enorme; es decir, no estamos solos en el Universo, pero esto va a ser un impacto filosófico, no va a ser un impacto en la vida cotidiana de las personas: no les va a hacer que envejezcan más rápido, por ejemplo.

Yo siempre distingo las dos vertientes anteriores, y me encantan los dos, porque muestran el poder de la ciencia para transformar el mundo y el poder transformar nuestro conocimiento.

AR: Para concluir: casi al final del libro hablas de la idea del fin de la pobreza, en cuya realización la ciencia sería un actor central. Pero la ciencia de hoy ¿no ha servido, de alguna manera, para aumentar la desigualdad? ¿Se ha usado la ciencia para aumentar la brecha entre ricos y pobres, y no para solucionarla pobreza?

PE: Sí; pero analicemos esto. Creo que las diferencias han crecido, pero porque el desarrollo del Primer Mundo ha sido mucho más rápido que el del Tercer Mundo; pero esto no quiere decir que éste no se haya desarrollado, no está peor ahora que hace 50 años.

Cuando yo planteo el fin de la pobreza a lo Jeffrey Sachs es desde un punto de vista optimista, no sé si muy realista; pero es porque la ciencia, de alguna forma, es optimista y te marca hacia dónde quieres ir, y lo que te está diciendo es: no es imposible.

Sachs te plantea: “Yo sé cómo potabilizar el agua de todos estos poblados de África, tengo ingenieros que saben hacerlo; yo sé cómo sacar alimentos de aquí; yo sé cómo hacer llegar medicamentos antimalaria”. Es cuestión de decisión política, y de invertir en ciencia y en ingeniería para solucionar este problema, y analizar la pobreza como un problema a solucionar científicamente.

Lo que pasa es que aquí hay muchas interferencias culturales, políticas y económicas. Pero lo que la ciencia te dice es: no es imposible. Entonces, por eso yo, no sé si siendo muy realista o no, lo planteo como un objetivo para el que la visión científica del mundo puede contribuir muchísimo.


*Entrevista publicada en Replicante, enero de 2012.

martes, abril 10, 2012

"En Juárez, los únicos que están a salvo son los muertos". Entrevista con Judith Torrea


“En Juárez, los únicos que están a salvo son los muertos”
Entrevista con Judith Torrea

por Ariel Ruiz Mondragón

Desde finales de los años ochenta y principios de los noventa del año pasado, en la fronteriza Ciudad Juárez se integró una de las bandas de narcotraficantes más poderosas del país y del continente: el cártel de Juárez, liderado por Amado Carrillo Fuentes, El Señor de los cielos. Incluso desde antes del control de ese fronterizo municipio por tal grupo, ese territorio ha sido motivo de fuertes y sangrientas disputas entre grupos criminales por ser un paso privilegiado para el trasiego de narcóticos hacia Estados Unidos. La gravedad de ese conflicto se vio aumentada por la guerra contra el crimen organizado que el gobierno federal declaró a inicios del sexenio.

A lo anterior hay que agregar la gran violencia que se ha ejercido contra las mujeres, la que ha costado la muerte de cientos de ellas, así un entorno social dominado por la pobreza, la explotación laboral, la marginación y la falta de oportunidades, lo que ha abonado en favor de la delincuencia y la inseguridad, y que ha derivado en el asesinato de miles de personas durante el presente sexenio, sin que haya aún en el horizonte algún signo que permita albergar esperanzas de un futuro distinto.

Sobre los temas arriba mencionados conversamos con la periodista Judith Torrea, quien acaba de publicar el libro Juárez en la sombra. Crónicas de una ciudad que se resiste a morir (México, Aguilar, 2011). Torrea ha colaborado en diversos medios, como Univision Online, Al Día-The Dallas Morning News, Letras Libres, Emeequis, El País, Le Monde Diplomatique y las agencias DPA y EFE. Mantiene el blog que lleva el nombre del libro (http://juarezenlasombra.blogspot.com) y que es una bitácora de la violenta vida cotidiana juarense, por el que ha ganado dos premios: el Ortega y Gasset de Periodismo Digital 2010, y el BOB-Reporteros sin fronteras 2011.

 Ariel Ruiz (AR): ¿Por qué reunir estas crónicas sobre los dos últimos años en Ciudad Juárez, y por qué publicarlas hoy en este libro?

Judith Torrea (JT): Es mi siguiente grito de auxilio, mi vómito de justicia por Juárez, que es la ciudad que me enseñó a vivir. Si ves la dedicatoria, lo hago por mi querida Juaritos, que es como la llamamos las personas que la amamos.

Está escrito en este momento porque yo creo que si los periodistas no contamos las historias que se deben de contar, nos convertimos en partícipes de genocidios, de masacres, como la mayor masacre de la historia contemporánea en Latinoamérica que es la que se está produciendo ahora mismo en Ciudad Juárez, en un país que supuestamente es democrático, pero por lo que pasa en esa ciudad no están allí el Estado de Derecho ni la democracia.

Cuando eres periodista, y encima la ciudad que tú amas está desapareciendo mientras el discurso oficial de las autoridades no expresa la realidad que vemos los que vivimos en Juaritos, no te queda otra más que seguir reporteando lo que allí sucede.



AR: Dejaste Nueva York y los reportajes en medios impresos para venir a Ciudad Juárez y a escribir un blog que ha sido premiado.

JT: El libro es una recopilación de crónicas que aparecieron en mi blog, el que nació cuando nadie me compraba historias y cuando dejé la vida de Nueva York. Como no había nadie que comprara mis textos, pues bueno, aunque sea los puse en un blog. Pero ésto no fue mi idea sino de Ana Cristina Enríquez, una gran periodista chihuahuense, quien vive en Nueva York y está formada en Columbia y en Harvard. Dos días antes de volverme a Juaritos, yo le dije: “Imagínate, voy a dejar mi vida, no sé de qué voy a vivir; tengo buenos ahorros, pero no he conseguido ninguna colaboración”. Y ella me dijo: “Mira, pues si los editores de El Mundo no quieren tus historias, pues da igual: las puedes poner en un blog”.

Yo no confiaba en eso, aunque siempre me habían hablado de los blogs; pero ella ese día me cocinó un chile con mole y que creo fue algo mágico, que llevaba las energías de los ancestrales aztecas ese platillo, y fue tan mágico que me convenció. En unos minutos abrimos el blog, la cuenta de Facebook, y entré en otro mundo del periodismo en el que nunca me había imaginado.

Empecé a escribir ese blog por esa necesidad que siente el periodista de contar; cuando tu pasión es el periodismo, tienes que contar todo tipo de historias y buscar plataformas. Yo decía: “Bueno, pues las relato en un blog; ya vendrá algo del universo para darme de comer”. Y la verdad es que a veces lo pasas mal. Pero no empecé con ningún tipo de pretensión.

Este libro recopila algunas de las crónicas del blog, y hay otra parte que es inédita, que me parece que es interesante, y es a través de un personaje. También, como puedes ver, en el libro todas las personas están con nombre y apellidos, porque esto es lo que no se suele contar en la nota diaria; es lo que queda atrás, es una guerra de cosas pequeñas.


AR: Algunas son historias muy dolorosas.

JT: Sí. Por ejemplo, ¿cómo vas a vivir como papá o como mamá tu cumpleaños cuando te han matado a tus dos hijos, cómo va a ser esa celebración? ¿O cómo va a ser el cumpleaños de tu hija que está desaparecida desde hace 14 años? Son cosas en las que no nos fijamos.

Cuando el presidente Felipe Calderón y las autoridades estatales y locales de Ciudad Juárez hablan tan fácil de que el problema es de percepción, no de realidad, yo les diría: hace unos días mataron a cinco personas, entre las que estaba una niña de seis años, Kimberly Montiel, pero aún así dicen que han bajado los crímenes. Entonces el problema no es de percepción, sino de realidad pura, y la quieren maquillar. Ahora mismo el Consejo Coordinador Empresarial de Ciudad Juárez dice que va a certificar a los periodistas, porque, claro, ahora no hay inversiones en Ciudad Juárez porque estamos contando lo que está ocurriendo.

Si te das cuenta, este tipo de maquillaje, de situación, se producía en los tiempos de Hitler, del franquismo, en tiempos de dictaduras.


AR: Con una carrera periodística en Europa y Estados Unidos, ¿por qué venir a Juárez y relatar sus historias cotidianas de violencia?

JT: Ves que por mi acento soy de origen español: soy vasca, del norte de Navarra. Pero la primera vez que me sentí de un lugar, fue hace casi 15 años, cuando crucé la frontera de Estados Unidos con México, y la primera ciudad que pisé fue Ciudad Juárez, la que me fascinó y de la que me enamoré. Entonces, cuando a la ciudad que te enseñó a vivir y te enseña tantas cosas la están matando, pues no tienes otra cosa que estar en ella.

Todo lo hago con una perspectiva. Como has visto en mi carrera, soy una periodista que ha cubierto la política europea y la estadunidense, así como el mundo del espectáculo, lo que te da otra perspectiva, y observas lo que ocurre de otra manera.

Además, para mí de repente fue tan fuerte el dolor que yo sentía cuando volvía de Ciudad Juárez a Nueva York, que yo decía: “Yo no estoy casada, no tengo pareja, no tengo hijos, no tengo que estar ganando dinero porque le tengo que dar de comer a alguien, y estoy más libre que otras personas. Bueno, hay que hacer realmente lo que uno debe de hacer en un determinado momento de la vida”. Yo en ese momento me sentía muy libre.

Yo valoro mucho a mis compañeros que hacen diferentes tipos de periodismo, y que a veces quisieran hacer otro tipo de periodismo, pero no lo hacen porque no pueden arriesgar a sus familias, porque además no pueden ser free lance porque necesitan un sueldo fijo.

La cosa es que yo me di cuenta de que mi pasión es el periodismo, y que en ese momento necesitaba contar las historias de Juárez. Entonces fue cuando me regresé de free lance, y pensaba que iba a ser más fácil, pero no lo fue; pero yo siempre pienso en lo que me han enseñado los juarenses: en que en la adversidad hay que convertirla en fortaleza. Y que luego, si tú haces las cosas con pasión, con amor y con respeto al otro, pues las cosas van a venir de manera positiva.

Yo creo que hay que devolver la voz a las personas a las que se les ha arrebatado. Estas historias están escritas y puestas en el libro como si fuesen piezas de un rompecabezas, y al leerlas vas a tener una visión quizá más amplia de lo que es el narcotráfico, y vas a entender que éste ofrece a los pobres el trabajo que las autoridades no han sabido o no han querido crear. Además, que los verdaderos narcotraficantes son los políticos y empresarios corruptos, así como los banqueros que con el lavado de dinero se han convertido convierten en millonarios. También, que los que mueren en un determinado momento político tanto en Colombia como en México, son los pobres de esa cadena, porque en Ciudad Juárez los que mueren no tienen ni para pagar un funeral, que cuesta de dos mil a tres mil pesos.

Entonces, todo ese glamour que vemos en las telenovelas no existe; existen los narcopolíticos, los narcoempresarios, los banqueros, y que no nos cuenten otra historia que no es.


AR: ¿Qué es lo que ha contribuido a crear un entorno violento en Juárez?

JT: Ciudad Juárez es el paradigma de la globalización y de la explotación laboral. Llegaron las empresas de capital extranjero en los años sesenta, maquiladoras que vinieron con todo tipo de incentivos, con salarios de esclavitud: lo que se les paga a los obreros en Ciudad Juárez son 500 pesos a la semana o a la quincena, con lo que no se puede vivir en la ciudad porque que es carísima. Juárez es una ciudad que es más cara que el Distrito Federal; todo, como la electricidad o el agua, es más caro que en El Paso, Texas. Además, 60 por ciento de las calles están sin pavimentar y siguen siendo de la arena del desierto, como hace 15 años, cuando yo llegué por primera vez a Ciudad Juárez.

Los empresarios no pensaron jamás en que los trabajadores de las maquiladoras eran como ellos o como sus hijos, y no sólo no les dieron un salario digno para que pudiesen tener unas casas normales, en buenas condiciones, sino tampoco crearon escuelas. En Ciudad Juárez no hay secundarias; entonces, los niños están en las calles porque no hay ni parques ni nada qué hacer, y entonces encuentran en el narcotráfico una forma de vida. Quizá hubieran encontrado otra forma de vida en otras condiciones.

Yo respeto mucho más a los narcotraficantes pobres, que quizá ahora mismo muchos de ellos son sicarios, son adictos y nos están matando, pero no han tenido otra oportunidad, que a los narcotraficantes ricos.

Hay que agregar que lo que actualmente ocurre no es una guerra contra el narco, sino por el control de uno de los mayores negocios del mundo, que es el narcotráfico.


AR: Prácticamente todos los textos del libro están rematados con un desenlace triste, indignante y violento. ¿Te resultó difícil escribirlos?

JT: Las historias están escritas de una manera en que normalmente no suelo escribir, ya que son muy diferentes a reportajes: están escritas a ritmo de balas y metralletas, que es lo que se siente en Ciudad Juárez. Pero lo peor de todo es que nos estamos acostumbrando a vivir entre cadáveres, a que vas a la tienda de abarrotes y te encuentras a un muerto; a que si tienes hijos, éstos van a la escuela y se encuentran con una balacera. Podemos mencionar lo que pasó con Martha Rivera, la maestra de Monterrey que logró proteger y tranquilizar a sus pequeños alumnos durante una balacera, a la que las autoridades han convertido en una heroína. Pero lo triste de esto es que pasa todos los días. A mí una señora del hospital de una colonia de Juárez me contó que hace tres años iban a entrar a ese lugar varios sicarios a rematar a los heridos que estaban en la sala de cirugía, y pues ella puso a tocar a una de las doctoras con una flauta música clásica, y cuando llegaron los sicarios no sabían qué hacer porque se quedaron “norteados”.

Pero además, también es triste que encima las autoridades crean una heroína de algo que es una vergüenza para ellas, porque lo que tienen que hacer es garantizar la seguridad, que la gente pueda ir a la escuela sin peligro de ser asesinada. Pero se vanaglorian de una profesora, la que hizo bien su trabajo, y qué señora, mis aplausos: logró que sus niños, en vez de gritar, cantaran y sonrieran. Pero es una vergüenza que una profesora y unos niños tengan que sufrir eso, lo que, por desgracia, está yendo por todo el país.

Si la situación que se está viviendo en Ciudad Juárez se viviera en países en donde se considera que no hay una democracia o aunque haya una democracia como en Venezuela o como en Bolivia, se diría: “¡Qué horror lo que está pasando!”. Pero como pasa en un país que supuestamente es democrático, en el que, además, el presidente Calderón tiene todo el apoyo de la Unión Europea y de Estados Unidos, entonces parece que todo está bien.

Lo que está muy claro desde que comenzó la llamada guerra contra el narcotráfico, y llegaron los militares y las fuerzas de la inseguridad —porque ya no dan seguridad—, como la Policía Federal, es: ¿cómo puede ser que vivimos con retenes constantes, pero al lado de donde están los policías federales y los soldados se cometen asesinatos, y los reporteros llegamos antes que ellos?

Entonces, hay que resolver muchísimas cuestiones, y yo lo que intento en este libro es, con crónicas de la vida diaria, pues realmente hacer pensar sobre cuál es nuestra responsabilidad. Lo que intento es que la gente reflexione en todos los aspectos; por ejemplo, que te preguntes cuántos muertos se necesitan de Ciudad Juárez para que tú consumas un gramo de cocaína en Nueva York, en Madrid en el Distrito Federal o en donde sea. Si no te importa tu vida, cuando menos que te importe la vida de los demás. ¿Cuántos muertos se necesitan para esto?


AR: Las crónicas del libro son, además de violentas, de impunidad, la que también parece cada vez más grave.

JT: Creo que el libro lleva a muchísimas reflexiones, y sobre todo quita muchísimos tabúes de lo que nos quieren hacer creer el presidente Calderón, las autoridades estatales y municipales y empresarios corruptos de lo que está pasando realmente en Ciudad Juárez. Además, a mí lo que me asusta es que si no se hace nada, Ciudad Juárez se va a extender por todo México. Por desgracia no va a haber un cambio real en México hasta que se viva Ciudad Juárez en la Ciudad de México, porque aquí les parece que es normal caminar por las calles, ir a un restaurante, encontrarlo abierto y además no ser asesinado. En Juárez a veces ni encuentras tu restaurante porque está cerrado, porque por las extorsiones lo han cerrado o han matado al dueño. Ya no hay ni espacios para disfrutar de la vida normal.

Antes de la guerra contra el narco, sí que existían los problemas; pero lo que hizo esa guerra fue agudizar unos problemas, y lo ves con las cifras: en 2007, antes de la llamada guerra contra el narcotráfico, hubo 307 asesinatos en Ciudad Juárez, y ya eran muchos; entonces el presidente Calderón mandó a las fuerzas de la inseguridad para parar esa violencia, y cómo puede ser que en un año los asesinatos hayan subido suban hasta mil 617, y en 2009 hayan llegado a más de dos mil 700; terminamos el 2010 con tres mil 311, y en este año, hasta mayo ya casi vamos en mil, y cuando terminemos esta conversación pues habrá uno más.

Pese que nos digan que todo va bien, y que porque ahora hay menos muertos porque está ganando el cártel de Sinaloa va todo fenomenal, habrá que preguntarnos, cuando esta banda tenga ya el poder de Ciudad Juárez, ¿por qué fueron asesinadas nueve mil personas en Ciudad Juárez?, ¿para darle la plaza a un cártel? Entonces habrá que preguntarse por qué se hizo realmente esta guerra.

Habrá que ver también cuáles son las consecuencias, y quién tiene que pagar ante la justicia; pero como sigamos con el 97 por ciento de impunidad de los casos, tendremos que cuestionarnos: ¿en qué país estamos? Este país es donde más periodistas han sido asesinados en Latinoamérica, y el segundo o tercero más peligroso del mundo, según estadísticas. No existe una democracia.


AR: Sobre tu tarea periodística quiero saber qué peligros has enfrentado al realizarla. En el libro hay menciones de soldados que se te acercan a pedirte tus datos, y también de personas que está muy dolidas por ver a sus seres queridos asesinados y que te reclaman que los fotografíes. ¿Has recibido amenazas, por ejemplo?

JT: Antes que todo te voy a decir que el único miedo que siento en mi vida es a no hacer lo que siento que debo de hacer en un determinado momento de mi vida; si no, no estaría en Ciudad Juárez. Como te puedes imaginar, tengo mis papeles europeos y puedo vivir en Europa, pero gracias a la vida vivo en Ciudad Juárez y estoy intentando comprar una casa, ahora que están más baratas...


AR: Por la gente que se ha ido.

JT: Por desgracia. Pero las mayores presiones que yo he recibido han sido por las autoridades, no por los cárteles de la droga. Aparte de esa persecución que uno siente porque te toman los datos y te toman fotografías, están los espías de la Secretaría de Gobernación. Estamos en un país democrático. Yo cuando leo a Yoani Sánchez, la gran bloguera cubana, y veo que le toman fotos y la siguen, digo: “Oye, pero esto es lo que nos pasa en Juárez a algunos, o a mí por lo menos como periodista, pero también a los activistas que van a las manifestaciones, y allí están los de Gobernación tomándoles fotografías no sé para qué, como en regímenes muy raros”.

En este tipo de presión a veces he recibido advertencias, pero nada del otro mundo. El peligro que corres es el mismo que corre todo el mundo en Juárez, donde el peligro es estar vivo. Los únicos que están a salvo son los muertos.

AR: También retratas una ciudad que se va quedando desolada.

JT: La vida antes estaba en los parques, en los restaurantes, en actividades culturales que tenían los juarenses en diferentes lugares. Pero ahora, cuando ves los cementerios en sábado o domingo, veo tristemente que están llenos, hasta parecen parques: ves a niños entre las tumbas, las familias hacen allí comidas, y van de un lado al otro porque allí tienen al hermano, al tío, al maestro y al vecino, todos asesinados. ¿Qué es esto?

Esa realidad antes existía en la ciudad, y ahora tiene que existir en el cementerio. Es como la metáfora de la vida que ahora mismo se ha convertido en muerte en Ciudad Juárez.

Hace poco estuve un mes en España, promocionando mi libro y viendo a mi familia, y fue muy triste regresar, porque cuando sales un poco y vuelves te das cuenta de varias cosas. De repente lo que más me llamó la atención es que en la ciudad, si antes había letreros de casas en venta y renta, ahora está empapelada, llena de ellos; es raro ver una calle donde no haya una casa en venta o en renta, o un montón de calles y casas abandonadas. No puede ser. Y mientras tanto te están diciendo que todo está muy bien, que el problema, como siempre, somos los periodistas que informamos lo que podemos de lo que está pasando, cuando el problema no lo somos los periodistas, sino las autoridades que no hacen su chamba, o que la hacen para favorecer sus intereses económicos y políticos que tienen.

Lo que a mí me llama la atención de la sociedad mexicana o de la juarense es que la mayoría de los mexicanos son tan buena onda, son tan buenas personas, son tan increíbles, y cómo aguantan a esta red de políticos y empresarios corruptos. ¿Cómo puede ser que tengan tanto aguante? Pues quizá porque aquí la Conquista fue muy fuerte y aguantan todo. A mí eso es lo que me llama la atención y a veces me cabrea. ¿Como pueden aguantar tanto? Es un país inmensamente rico, y la mayor riqueza son los mexicanos.

AR: En unos días llegará la marcha por la dignidad y la paz, encabezada por Javier Sicilia, a Ciudad Juárez. ¿Qué significado le das a esta marcha y cómo crees que la reciba la sociedad juarense?

JT: A mí me gustaría que todo Juaritos saliera a las calles y que la recibiera, pero me da la impresión de que no lo hará, porque ya se vio en la marcha en Cuernavaca, en donde muy pocas personas salieron. Por eso te digo que me fastidia, me cabrea el aguante tan fuerte de la gente.

A mí lo que me parece es que hay tantos Javier Sicilia en Ciudad Juárez o en México, que valoro sobremanera la valentía de este señor de unirse con diferentes grupos para llevar un mensaje, que es el que también llevó Luz María Dávila cuando le dijo al presidente Calderón que no era bienvenido en Juárez.

Me gustaría ver eso, pero no lo vamos a ver. Creo que es muy simbólico... me recuerda mucho la Revolución, cuando Ciudad Juárez fue tan importante por los acuerdos de paz, su relación con El Paso, todo es muy simbólico.

Yo solamente tengo muchos ojalás: ojalá esto sirviese para unir a México fuera de partidos políticos que no han hecho nada y que han llevado a este país a donde está; ojalá llegase a haber un verdadero Estado de Derecho en México; ojalá acabase la llamada guerra contra el narcotráfico, pero nunca la va a acabar el presidente Calderón porque sería admitir que su mayor legado fue acabar con la gente de este país; además, ha subido el consumo de drogas y han aumentado los índices de pobreza.

Yo soy una mujer optimista, pero me da la impresión de que lo que me gustaría para Juárez no lo vamos a ver. Pero es un gran paso para que Juárez no se sienta tan olvidada por el resto del país, y el apoyo de Javier Sicilia y el hecho de que vengan muchos estudiantes y muchas personas que van a llegar a Juaritos pues es muy importante.

La gente de Juárez es muy luchona, es una ciudad de migrantes, de trabajadores que vinieron del sur. Lo primero lo puedes ver en su sobrevivencia en Ciudad Juárez, en ese clima tan horrible del desierto, de inviernos helados, de veranos muy calientes, pero siempre con ese atardecer de la esperanza o ese amanecer de todos los días con tantos colores, pero que poco a poco se van tiñendo de rojo durante el día. Yo sí confío en la gente de Juárez y en la gente de México, pero todavía veo difícil el futuro.

Creo que el renacer de México está en Ciudad Juárez.


*Entrevista publicada en M Semanal, núm. 709, 5 de junio de 2011.